La noche de las bromas siempre tiene sorpresas. Martes 31 de marzo del 2009, llamada de un recluso.  Pancho purgaba una pena de 16 años en el penal de Valle de Santiago en Guanajuato; el crimen que cometió indignó a toda la audiencia: Secuestro. Al aire la voz de un hombre arrepentido por su falta; Tomó  “su celular” y se permitió solicitar una broma.

Lo importante  no era la broma en sí, lo interesante el discurso en propia voz de un hombre y sus razones que lo llevaron a participar en el secuestro. Pancho estaba a solo tres años de pagar su deuda con la sociedad. La voz de los radioescuchas se inclinaba por no darle voz a un delincuente, mientras que el oso Panda se mostraba confundido, nunca le había sucedido algo parecido y es  que se tenía que  abrir las heridas de un país azotado por la violencia para  hacer el diálogo.

El oso comentó que no sabía qué hacer con ese tipo de llamadas, sin embargo debía atender a un radioescucha que solicitaba una broma, sencilla solicitud con un problema de origen: radioescucha delincuente. Audiencia y conductor acordaron  escucharlo y brindarle atención para realzar su broma.

Después de 13 años de ausentarse del hogar,  Pancho urdió hablarle a su esposa para investigar si todavía existía amor por él, la clásica investigación. Los problemas  habían perseguido a su familia en Guanajuato tras su reclusión;  su hija adolescente perdió la vista a causa de un accidente y con el poco dinero que obtenía atendiendo una tienda dentro del reclusorio apoyaba en la economía familiar para apoyar el tratamiento de su hija y la manutención de la misma.

Las palabras de Pancho  a medio volumen,  con vergüenza y arrepentimiento buscaban destinatarios para ofrecer perdón y sugerir a las personas que se dedicaban a la delincuencia que  pensaran primero  en sus seres queridos y el costo que se tiene que pagar por una mala decisión.

La broma no recuerdo si se llevó a cabo lo que siempre estará presente que esa noche de bromas, conocimos las razones de un hombre  abrazado por la delincuencia y arrepentido de sus actos.   Aquella noche solo buscó sonreír y asomar su rostro a la sociedad.