Nunca se Debe Meter…
En la vida nunca se acaba de aprender, cada momento de nuestra existencia vivimos inmersos en situaciones que nos dejan enseñanzas para enfrentar nuestro diario acontecer; por muy pequeñas que sean las lecciones son pepitas de oro que hay que retener, limpiar y asimilar; al final de la vereda servirán como pilares importantes en nuestra persona; la clave está, en descubrir el momento exacto de su aparición.
En la catedral de las bromas, estas experiencias de vida, se encuentran por doquier. Aquí les cuento un capítulo que comenzó después de una bromilla: el marido confiesa a su esposa que compañera de trabajo es su amante adelanto que no le fue nada bien al gracioso marido, por lo que se tuvo que hacer la visita al hogar de los cónyuges, el desagravio a la esposa y familia. Producto de ésta visita nacieron estas líneas y aprendí de las palabras sabias de una suegra con las enaguas bien amarradas.
Pepe a quien le conoceremos como el bromeador, decide tomarle el pelo a Sonia su mujer, una guapa sinaloense que dejó su tierra para seguir a su hombre-ingeniero-mecánico quien en una misión laboral por tierras tomateras, coincidieron sus miradas, deseos y palabras hasta entablar una relación de noviazgo que culminó en un amanecer con dos pares de zapatos bajo la cama.
El tema seleccionado por Pepe fue muy simple: Confesarle a Sonia que mantenía relaciones con una compañera de trabajo: -Sonia me apena mucho lo que te voy a comentar; si me has visto raro y alejado de ti se debe a que estoy enamorado de otra persona, lo lamento no puedo seguir- Estas palabras encendieron a nuestra belleza sinaloense, al grado de amenazar a su cónyuge con cortarle los testículos si regresaba al hogar después de la delicada confesión.
La pelea se extendió, la suegra como buena matriarca extendió su manto protector para la nuera y enfrentó al infiel de Pepe, hijo que jamás pensó que su madre se implicara en este jueguito; el solo pretendía darle la bienvenida a su encantadora mujer a Coacalco. El chirrión se le voltio por el palito, ahora Pepe tenía enfrente la furia de dos mujeres solidarizadas que no estaban para soportar las estupideces de un ingenierillo.
Pepe recibió por parte de su madre una retahíla de malas palabras: mentadas de madre, hasta el pobreteo por la forma estúpida en que destrozaba el amor de una buena mujer. la amenaza de la autora de sus días se dejó escuchar: la vas a pasar muy mal a tu regreso a casa fin de la llamada. De Sonia mejor ni recordamos las palabras que le profirió a su amado ingeniero mecánico.
Esa noche Pepe no logró comunicarse con sus mujeres y la preocupación se le vino encima; se tuvo que aplicar el plan pájaro enamorado para obtener el perdón y regresar todo a su estado original. A la siguiente noche La panda nave partió directamente a Coacalco para contentar a dos mujeres unidas por la desgracia de la familia y la traición de un esposo.
El temor de encontrarnos con una familia hostil ante tal situación, le agregaba adrenalina a nuestra visita. Domicilio a la vista, casa de una planta con su pequeño patio y la clásica rejita de hierro empotrada en la barda de mampostería. Al primer timbrazo se abrió la puerta de fondo y de ella se desprendió sombra y persona de una mujer espigada aproximadamente 1.80 de estatura, vestida con telas muy frescas que el aire de la noche revoloteaba.
Al momento de Preguntar por Sonia, inmediatamente se asomó la sombra de la mujer que dominaba esos terrenos: Doña María, la suegra de la sinaloense y madre de Pepe. ¡Si¡ ¿en qué le podemos servir? ustedes fueron los de la pinche broma, ya nos contó el cabrón de mi hijo y la verdad no le queríamos creer, que bueno que dieron la cara, si no ésta mujer -refiriéndose a Sonia-, se larga a su tierra y deja al pobre pendejo de mi hijo.
La señora María directa en sus comentarios nos invitó a pasar a su hogar, nos convidó un chocolate con un pedazo de pastel. La plática comenzó, alrededor de la mesa El papá de Pepe, también ingeniero jubilado; María la matriarca; Pepe el hijo infiel y Sonia la recién llegada nuera sinaloense; un servidor, mayordomo del Panda y mi pareja en turno.
Doña María comenzó el discurso acerca de la familia y los valores inculcados en el hogar; llegó a presumir de los 25 años de matrimonio con Don Julio y el costo que había pagado por mantener a su familia integrada y los excelentes resultados: sus dos hijos con carrera. Hizo énfasis en un tema que había tratado con su marido e hijos años atrás: hijos el trabajo es una religión, jamás le fallen ahí está el desarrollo y la razón de ser de sus vidas; con el trabajo ustedes van a sostener a los suyos y su patrimonio, nunca le fallen al trabajo hijos y en cuestión de mujeres sean honestos, respetuosos y en el trabajo jamás se relacionen con una compañera, ya que esa relación está destinada al fracaso en la mayoría de los casos. No se les olvide mijos, nunca metan la ver…en la nómina.
Colorín colorado las enseñanzas de Doña María han acabado.