¿Poner la bandera?

David
Cuerpo

Hace unos días recibí a través del Whatsapp un mensaje que exhortaba a la unión como mexicanos y recomendaba el consumo de productos nacionales sobre los extranjeros y, precisamente, sobre los del vecino del norte, con quien las relaciones diplomáticas no son las mejores y se respira un entorno lleno de tensión. Finalmente decía que para apoyar esta campaña pusieras como foto de perfil la bandera mexicana.

Obviamente hice caso omiso y me pregunté ¿Por qué cuando nos sentimos amenazados o acorralados nos surge lo patriota y ese amor arropador sobre nuestra nación? ¿Por qué es hasta ahora que se recomienda consumir productos hechos con manos mexicanas cuando la mayoría de las veces somos tan malinchistas que preferimos lo extranjero muy por encima de lo rotulado con el símbolo del águila?

En serio, inconscientemente hemos adoptado mucho de la vida de la nación de las barras y las estrellas: su cultura, su ideología, su comida, su cine, su música y más. Un ejemplo reciente con el lanzamiento de las películas de súper héroes del mundo de Marvel: niños vistiendo orgullosos el traje del Capitán América sin saber que el personaje fue creado durante la Segunda Guerra Mundial como estandarte y motivación para soldados estadounidenses que deseaban vencer a las potencias del Eje liderados por los alemanes.

Otro campo que se convirtió en árido fue el de la música tradicional mexicana ranchera. Donde los últimos exponentes fueron los Fernández, Pepe Aguilar y Juan Gabriel y de ahí en fuera no sé de nadie más. El repertorio de los mariachis es el mismo desde hace décadas porque a nadie le interesó preservar la figura del charro. Y ahora estamos infestados de música de banda con -más allá de la pobreza musical- temáticas vacías ligadas a embriagarse, ir a fiestas, declaraciones de amor que sólo lograrían cautivar a mujeres provincianas y ordinarias, nexos con el narco y mediocres de quienes sus aspiraciones terminan con poder adquirir una camioneta, lujos y mujeres. ¡Ah! y créanme que sus orígenes no son tan mexicanos como piensan esos sombrerudos locos.

¿Será por eso que más allá de nuestras fronteras seguimos proyectando la imagen del huarachudo durmiendo al pié de un cactus cubierto por un zarape y una botella de tequila en la mano?

En serio, poner una imagen con el lábaro patrio como foto de perfil del mensajero no va a cambiar en nada las políticas de Trump, así que mejor preocupémonos por erradicar nuestras malas costumbres, los problemas en la educación, las mafias sindicales, la política interna y todo eso que realmente nos hace daño antes de criticar lo que viene de fuera y aprovechemos esta unión para hacer de México el país que todos reclamamos pero que no nos hemos atrevido a construir.

Dejemos de darnos golpes de pecho cuando sabemos que hemos navegado con la bandera de la hipocresía durante mucho tiempo porque ¿cuántas veces no le hemos hecho el feo al consumo de lo nuestro? O pongámoslo en términos bíblicos: "Aquél que esté libre de pecado, que lance la primera piedra".