Como diria Faytelson;  Tarde de domingo, dia de plaza, familias enteras devorando carnitas, pozole, quesadillas y cualquier antojo que se cruzara en su camino; playeras andantes de las chivas y el pumas se paseaban a cierta distancia; los brothers evangelistas con su biblia, encorbatados rumbo a la oración y las mujeres de vestido largo con su mantilla en la  cabeza se dirigían al templo.

En la esquina el puesto de barbacoa se retiraba después de una buena venta. la hora de asistir al  supermercado se acercaba.  Todo en calma, un domingo como muchos otros:  tranquilo, asoleado, perfecto para "coronear", "solear", "modelear" o "victorear", según la garganta del catador. 

Ya en la tienda naranja esa de apellido Libanés, fuí objeto de burlas que removieron mi recuerdo y desataron mi depresión controlada con diasepan;  a cada paso que daba el estante de revistas me lanzaba  preguntas, cuestionamientos que me taladraba desde la parte de abajo (entrada bien ubicada) hasta sentir brotar la cornea.

¡Nooooooooooooooooo! ¡Quiere irme a la tienda de Lucha!