Sírveme Un Whisky Y Sálvate Tú
Como cada 25 días llegué a la peluquería de Pablito Morsa, un pequeño local a media cuadra de la colina de Mosa. Mi vieja casa con cuartos deformes que crecieron sin control, solo con el objetivo de dar cabida a las necesidades de las parejas recién formadas, algo así como huitlacoche en mazorca, hongos sin control. Ya en manos del peluquero miope, con bata percudida y rasgada del sobaco derecho, con esa misma mano me aventó en las piernas tapadas con la capa de corte una revista para anestesiar el cuerpo.
Recordé inmediatamente el pendiente que traía y repasaba en mi memoria palabras claves: Milenio, Ámsterdam, sismo, escritora, whisky, condesa y… un nombre que no conseguía acarrear al hemisferio cerebral dedicado a las palabras…Lerna, Lorna…¡si Lorna, Lorna claro! Mis manos salieron de la manta que cubría mi obesidad y alcancé el chicharroncel que descansaba entre botellas de lavanda, alcohol y una parrilla de resistencias para calentar jabonadura.
Entré al portal de Milenio y comencé a teclear en el buscador el nombre de Lorna y acomodé las demás palabras que acompañaban mis recuerdos, ¡de pronto salió el titular que hizo descansar mi mente! SÍRVEME UN WHISKY Y SÁLVATE TÚ: VICTIMA EN ÁMSTERDAM 107. Historia de Silvia Arellano. 23 de octubre 2017. Ahí estaban juntitas las palabras que pronunció la escritora Lorna Martínez a su trabajadora, antes del derrumbe del edificio donde cada día dos mujeres hacían por la vida, una con letras y otra ganándose el bien estar; solidaridad femenina que en el último minuto volvió hacerse presente.
Me conmovió tanto la historia, que me extravié y ya no escuché el tintineo del metal de las tijeras sobre mi cabeza y pensé en Lorna, palabra que produjo un sonido agradable en mis oídos, busqué el significado, fascinante sorpresa: Lorna, nombre inventado por el escritor británico Richard Blackmore, para el personaje central de su novela Lorna Doole.
Que dichosa mujer de haber llevado éste apelativo, en tu nombre llevas el oficio; alcancé a imaginar corazones asimétricos con tu sustantivo y el de tu amado; cartas enviadas con tu nombre en sus lejanas juventudes, y tus 85 años plasmados en las hojas de tu libro Hojas Sueltas de Mi álbum. tu alma y gracia no perecieron se quedaron en esta tu ciudad. Ha sido un orgullo conocerte desde la peluquería donde comenzaron a escapar mis lágrimas que cayeron en el chicharroncel ¡qué importa Lorna.!
Salí de la peluquería sin cruzar tantas palabras con Pablito el escultor de mis lindos caireles, me fui directamente a buscar las imágenes de tu hogar y observe una y otra vez, seis pisos arriba del tuyo; miré unas cortinas blancas y allí debió ser que se te escuchó esa voz de mando: ¡sírveme un whisky y sálvate tú! Fuiste el mejor de los marineros al frente de tu barco, con la frente erguida y la dignidad intacta, el final acompañado con una copa de whisky
A tu valentía, decisión y amor por las palabras; con esas, tus últimas palabras por las que te conocí, las mismas que alertaron a tu compañera: buen camino Lorna. Pienso que tu alma se regocijo al escuchar a tus hermanos entonar el Himno Nacional y “el cielito lindo” que tantas veces escuchaste. Tu nombre y tus libros quedarán muy cerca de lo que fuera tu nido de letras Biblioteca Lorna Skossowska q.e.p.d.