Otra vez divididos como cada seis años y sus intermedios tiempos electorales de nuestro México. De nueva cuenta el gerundio destructor sobre quien mueva la cabeza para contender por la silla grande: Ofendiendo, destrozando, engañando, apartando, discriminando, descalificando, señalando so pretexto de que se está en campaña electoral y  es el fuego amigo que pone a prueba a los verdaderos contendientes para que con el buen uso de la política defiendan sus posturas y definan sus plataformas.

La demagogia a todo lo que da;  los colores de su credo político los llevan a denostarse peor que equipos llaneros en final futbolera a un lado del canal del desagüe.   Estos últimos tal vez con razón del coraje inmediato; pero aquellos que han estado décadas viviendo con grandes canonjías;  llenos de información que los hace empoderarse; ellos no se preocupan por si mañana habrá pan sobre la mesa, aun así los vemos como se destazan en pequeños trozos acitronados con  aceite del poder por el poder mismo,  y con ellos sus huestes que como borregada seguimos el canto del que creemos es el bueno y fundamos expectativas.

Al final de los tiempos son cinco, seis seres humanos que decidieron trabajar de servidores públicos y que a lo largo de su quehacer,  tuvimos oportunidad de evaluarlos; los imagino como el señor de la tiendita de la esquina, uno sabe perfectamente como atiende; la calidad de sus productos;  los precios y su afán de servicio a la comunidad, de ahí viene nuestra decisión de compra o no.

 Así es esto de la política, usted sabe lo que contrata, hay  tiendas con variedad de ofertas,  usted conoce exactamente la preferida;  solo me permito escribir que no se vale ofender a otro mexicano que está enfrente solo por el simple hecho de caerle mal; permitido el debate, los argumentos y la evaluación dura que se le hace al trabajo desempeñado por un empleado del pueblo, en éste ángulo es importante ser estricto y dejar de lado los señalamientos chabacanos y de odio, todos vamos en el mismo país.