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Definitivamente creo que escribir textos propios es exclusivo de aquellos que gozan de la capacidad de expresar sus ideas sin el miedo de enfrentarse a una hoja en blanco y, sobre todo, por las aptitudes en la composición literaria para transmitir concretamente una idea, misma que, a lo largo del discurso, puede exhibir las limitantes de su autor por el desconocimiento de temas relevantes que ayuden a proyectar y reforzar lo ahí expuesto.
Por tal motivo, muchos recurren a copiar la información de otros y publicarlos como propios. Eso lo podría entender de alguien a quien no le respalden estudios pero muchos que titulados de carreras de comunicación –supongo que en escuelas patito donde regalaron su dinero a cambio de un papel- llevan a cabo esta práctica tan ridícula y vergonzosa como para llamarse a sí mismo profesional.
Está bien, supongamos que hacerlo no es malo siempre y cuando le den el crédito a la fuente original, pues para uno que gusta de revisar los portales de los principales diarios repetidas veces a lo largo del día, resulta fácil identificar quién plagió a quién. Incluso si en su afán por verse hábiles, modifican el orden de los párrafos y abren la nota con, no sé…el tercer párrafo del original que leyeron en Excélsior sobre un centro educativo muy particular. Una calca descarada con el objetivo -quiero pensar- de cumplir con la nota del día ante los ojos de su jefe.
No sé si por curiosidad se asomen por aquí pero como última recomendación les diría que generen contenido nuevo a partir de lo leído y/o comprendido, es decir, aporten una idea que provenga de su criterio. Eso sí: háganlo responsablemente justificando con argumentos sólidos su rechazo o aceptación basándose en fuentes reales y no con incertidumbre como su amigo amante de la tergiversación, fanático de cantar las letras de Control Machete que escribe en notitasradiopinpin.com o un nombre así que no alcanzo a recordar.
Bueno, eso digo yo.