Cadena de Favores

Claqueta palomera
Cuerpo

La historia es inocentemente vista a través de los ojos de un niño que se cría bajo los cuidados de una madre desequilibrada e irresponsable, el carácter del joven Trevor a veces acoge el papel adulto para cuidar a su madre, quien está rendida al alcohol y a un trabajo que la ata la mayor parte de las horas del día, en los suburbios de Los Ángeles y educado en un colegio donde en el recreo impera la ley del más fuerte.

Igualmente, su profesor, es un hombre trastornado interior y exteriormente quien, tras una dura coraza, esconde un profundo dolor por un pasado no muy diferente al de Trevor. El niño, en un principio, convierte la tarea de su clase de sociales en un objetivo escolar; sin embargo, al final lo motiva para darse cuenta que con sus acciones, muchas personas realmente pueden dar un importante salto que los libere de su esclavitud personal.

La interpretación del pequeño Haley Joel Osment es brillantísima, que declara una gran intensidad de una manera muy sincera y sencilla, reflejo de la inocente voluntad y empeño de un niño que verdaderamente se siente responsable de cargar con el enorme peso del mundo.

La fotografía de la película es bastante sencilla, ya que se centra en captar la esencia de cada personaje, su alma y singularidad, en el significado e intensidad de una mirada o de un simple gesto de generosidad. La trama se muestra tan equilibrada, que vamos viendo los reales frutos de la cadena de favores, cómo, aunque parezca que la gesta se detiene en el círculo de los tres protagonistas, los favores se expanden entre las personas convirtiéndolo en algo sorprendente, en una ola imparable.

La cadena de favores, es que los protagonistas que la siguen acaban actuando más como una obligación de continuarla que como un acto voluntario y de entrega total, lo que conlleva que arrastren la tarea, más como una deuda que como un regalo.