La mujer que desafió al destino

El rolas
Cuerpo

Chavela Vargas es una voz que no necesita más acompañamiento que una guitarra para llevar a su público hasta las lágrimas. Una figura indomable y adelantada a su época que nació en Costa Rica, hace hoy un siglo. Se hizo mexicana, nació mujer y se hizo la más macha. Perdió todo en el alcohol y en el dolor, pero  resurgió infinidad de veces.

Chavela es una historia llena de claroscuros, un mito que ella supo forjar desde la adversidad. Su legado, lo que la hizo irrepetible, fue desafiar a un destino que era todo menos fácil, pero que no le impidió hacer lo que quiso, afirma su biógrafa y una de las personas más cercanas hasta su muerte,

Fue cocinera, camarera, vendió ropa para niños y condujo los coches de familias de la alta sociedad antes de que despegara su carrera artística. Vivir del canto le tomó 20 años. Su primera oportunidad le llegó después de que su prima le presentó a la amante de un temido coronel, quien la refirió a la oficina de la Lotería Nacional, donde le dieron un programa de radio, el medio de comunicación con mayor alcance en el México de los años cuarenta. La voz de Chavela se hizo conocida y con el tiempo empezaron las primeras presentaciones en pequeños bares de la bohemia mexicana.

Sus inicios fueron turbulentos. Le pusieron un vestido escotado y tacones, pero pasó desapercibida. Le dijeron que nunca viviría del canto, que se diera por vencida. “Me propuse cantar diferente, yo sola, con mi jorongo y mi guitarra”, recordaba. “Canta como te salga del alma”, se repetía, sin importar que la llamaran marimacha por ponerse pantalones en un mundo de machos y vestidos escotados.

“Chavela Vargas hizo del abandono y la desolación una catedral en la que cabíamos todos”, escribió Pedro Almodóvar, “su esposo” y entrañable amigo. El director es tan solo un eslabón de una larga cadena de célebres amistades que contaban a la cantante como una de las personas más influyentes y queridas de sus vidas: huésped frecuente de Frida Kahlo y Diego Rivera, cómplice de parrandas y del alma de José Alfredo Jiménez, compañera de cumpleaños de Gabriel García Márquez y musa de Joaquín Sabina, entre muchísimos otros.