Historias De Wáter

Mosa
Cuerpo

 

Permítame distraer su atención para contarle  los momentos inolvidables que he vivido en los excusados de las empresas en las que he laborado; creo que todo mundo  ha vivido alguna experiencia en los baños; la única diferencia es que su servidor tiene la oportunidad de publicarlos, pero bueno, ya habrá ocasión que usted me lo cuente por éste mismo medio ¡es más! abajo de éste espacio cuenta tus aventuras..

Primera entrada al water: una mañana soleada alrededor de  las 10:00  entré al mingitorio, solo había tres servicios, en uno de ellos escombraba sus gónadas Manuel Mijares. Recargado con la mano izquierda en la pared y en la diestra ya se imaginará que sostenía;  ahí estaba el que canta no se murió el amor todavía y no quise voltear para comprobarlo.

Segunda entrada al wc: entré  a  desaguar, mano derecha en la bragueta con la izquierda abriendo puerta y ¡sorpresa! De espaldas un hombre de escasos 1.70 de estatura, pelo largo, ralo  y ensortijado que  caía sobre su espalda; hablaba con otro hombre, que encerrado contestaba desde una  taza del mismo lugar, destacando su acento argentinísimo.

Tomé posición de mi respectivo bacinico y  orinar junto al camisa número 23 de las Águilas del américa: Daniel Alberto Brailowsky. Como olvidar esa orinada junto al ruso.

La más reciente ocasión llegué al cuarto de desecho de líquidos riñoniles y de igual manera entré intempestivamente, dos  retretes ocupados.   Llegué  saludando a los de mi género, por aquello de que  un mexicano jamás  orina solo, además que es   bueno alentarse con el saludo,  para que las uretras disparen al unísono. Uno de los visitantes que depositaba su micción, volteó y contestó el saludo casi guardando su asunto y encaminándose al lavabo; observé su  rostro y se me hizo conocido  ¡éste donde lo he visto!  –refiriéndome a su rostro aclaro-  ¡donde, donde!

Mientras mi mente abría cajones de la memoria. Artistas, jugadores, políticos etc.  Hasta que llegué al de los locutores, conductores y entretenedores del micrófono. Antes de reconocerlo, de uno de los cubiles de los excusados, se escuchó el regurgitar de  un hombre de edad adulta, trataba de  vomitar sin lograrlo y al parecer con dolor. Todos volteamos al lugar donde se asomaban los pies;   continuaban los ruidos vomitivos e Intercambiamos miradas y el compañero de orinada que contestó mi saludo, comenzó a preguntar a la persona encerrada qué si se encontraba bien; ¿sr. me podría contestar si se encuentra bien?.

Al escuchar la voz de ese muchacho preocupado, solamente  tuve que agregar las exclamaciones de  ¡oooooooochhhh! ¡ahhhhhh!!!!  Efectivamente el timbre y el estilo inconfundible  de Antonio Esquinca, comunicador que ha encontrado en el positivismo un estimulante natural para su auditorio; cabe destacar que en ese instante de tensión el alfa-locutor no desentonó con su diario discurso al aire, efectivamente estaba preocupado y hasta que no le contestó el ocupante desconocido, él abandono el meadero y se fue tranquilo.  

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