El Nacimiento De La Tentación

Pamela Grushenka
Cuerpo

Aburrida de la monotonía que me encontraba, necesitaba buscar nuevas aventuras que me pudieran dar un poco de diversión y porque no llenarme de placer también.

Esta vez me fui a Córcega esa Hermosa Isla situada al sureste de la costa azul y al norte de Cerdeña en la zona geográfica italiana, reconocida como la cuarta isla más grande del mediterráneo. Lo más fantástico de este lugar, donde su lengua era el idioma del amor, con tan solo recordar esa delicada pronunciación se me eriza la piel.

Era verano y el clima estaba cálido, perfecto para usar mi vestido de seda color blanco que dejaba al descubierto mi tanga de encaje color salmón y mis pezones completamente firmes como si estuvieran excitados al ser rozados por esa suave tela.

Mis delicados pies usaban unas sandalias altas con piedras de cristal que hacían que salieran disparados hacia el piso destellos de colores, a cada paso que daba impregnaba un aroma de cítricos por todo el ambiente, para que el hombre indicado en esta aventura pudiera olerme desde lejos.

Cala Di Greco era el hotel donde me hospedaba, con una vista inigualable y esa tranquilidad que te hacia escuchar solo el cantar de las aves y el susurrar del viento. Me senté en el área de la alberca y busque algún mesero para que me sirvieran un trago y poderme refrescar.

Se acercó una chica muy simpática y me pregunto que deseaba tomar, le respondí que un Daiquiri de frutos rojos, se dio la vuelta dejando en mi rostro una grata expresión de satisfacción.

Minutos más tarde veo como ponen en mi mesa una copa y cuando volteo a ver me quede sin palabras, mis ojos en ese momento se deleitaron, un hombre alto, corpulento, tez morena clara, labios anchos, ojos obscuros como la noche y un pequeño pero sexy lunar en la mejilla, me hacía imaginar que fuera una gota de chocolate donde necesitaba pasar mi lengua sobre él hasta comérmelo todo.

Me saludo muy cortes y me indico que estaría a mi servicio, que si necesitaba algo solo se lo hiciera saber. Le pregunte su nombre y me dijo que se llamaba Driss y que con gusto me asistiría, se dio media vuelta y desapareció.

Mi mente se imaginaba un millón de cosas para hacerle a ese hombre, como besarle esos carnosos labios y hacer que mi lengua los humedeciera sin dejar un pedazo de piel.

Le quitaría la ropa con lujuria mientras muerdo su rica y exquisita boca. De repente se me vino una loca idea a la mente, y lo hice realidad, derrame toda mi bebida sobre mis piernas y vagina, mientras lo hacía gritaba su nombre para que corriera a auxiliarme, mi plan salió bien, se acercó con un paño para ayudarme a limpiar y mientras lo hacía, provoque discretamente que su mano rozara mi chocho una y otra vez, esto parecía que a mi nuevo amigo le gustaba, de verdad era excitante lo que experimentaba al ver su cara apenada pero servicial.

Le pedí que me llevara algo al baño para poderme limpiar el vestido, me hizo una afirmación con la cabeza y yo me dirigí al baño, a los pocos minutos me dijo señorita aquí están unas toallitas para que se limpie. Abrí la puerta y lo tome de la muñeca invitándolo a pasar. Inmediatamente entro, me tomo de la cintura y me monto en su cadera para llevarme al tocador y quitarme apresuradamente mi braga, bajarse el pantalón y meterme con rapidez su enorme pene, me besaba desenfrenadamente como un novato queriendo tener la mejor cogida de su vida.

Me volteo e hizo que parara bien la cola para poder entrar de nuevo, esta vez mojo su mano con saliva pasándola por mi monte de Venus, haciendo que me humedeciera más, entraba y salía muy rápido como si el tiempo se terminara, le pedí que mientras me la metía me pegara en las nalgas y me dijera que tan rico sentía, así lo hizo mi caliente marroquí, me pegaba con tal fuerza, y gritaba, que rica cola tienes putita, me excitaban su golpes y sus sucias palabras estaba toda mojada y apunto de venirme. Pero quería que me siguiera follando con tal rudeza que empecé a tocar mi clítoris con mi índice para sentir más placer, de repente siento como se sale y termina en mis nalgas dando pequeños golpes en ellas, diciendo te gusta mi lechita mami. Al escuchar su voz inmediatamente me vine y le di todo mi fluido.

Se acomodó la ropa y salió del baño sigilosamente y yo me quede limpiando su semen de mi trasero.

Llego el gerente del restaurante, ofreciendo ayuda me pregunto si me encontraba bien, le comente que había tenido un accidente con mi bebida y que el mesero muy amablemente me había ayudado, abusando de su amabilidad podría Driss subirme a mi habitación una bebida igual a la que estaba tomando. Cordialmente él sonrió y me dijo que así seria, camine lentamente buscando la mirada de mi nuevo juguetito y dejándole entre dicho que no tardara.